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Resumen

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Es claro que el aborto y la eutanasia son crímenes que debemos combatir, pues es un deber hacia la integridad de la profesión médica, la salud moral de la sociedad y el amor por los hombres. Pero, al mismo tiempo, hemos de reconocer que son síntomas de una enfermedad subyacente, que ha desvalorizado casi totalmente el concepto del hombre, transformado en el concepto de un «homúnculo»: el hombre-máquina, el hombre absurdo, el mono desnudo. Para remediar este mal, hace falta restaurar la integridad humana, estableciendo de nuevo la concepción plena del hombre, en la que los datos del conocimiento objetivo son integrados en la dimensión espiritual. No es necesario decir que esta conversión del hombre a su propia grandeza restablecerá virtudes perdidas, mediante el reconocimiento de valores trascendentes, objetivos y universales. Mientras consintamos que sea el yo quien cree los valores, estaremos condenados a la ética del conocimiento, al hombre que, habiendo proclamado la muerte de Dios, proclama también la muerte del hombre.

Palabras clave

Materias Investigación, Derecho

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Sección
Artículos: Cuestiones interdisciplinares