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Resumen

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En la concepción teológica que se desvela en las catorce Encíclicas de Juan Pablo II, así como en sus restantes documentos doctrinales, resultan inseparables la antropología y la cristología. Sólo el Hijo de Dios, haciéndose Él mismo hombre y uniéndose en cierto modo a todo hombre, ha revelado plenamente el misterio del hombre. Si la temática central de la filosofía y la teología de Karol Wojtyla (en las que latía la doctrina de la imago Dei) era, como analiza este trabajo, el hombre, él será también el centro del mensaje doctrinal y la acción pastoral de Juan Pablo II. Su antropocentrismo es, pues, al mismo tiempo, cristocentrismo y por esa razón es también, en su raíz, teocentrismo. La clave interpretativa de sus escritos anteriores al Pontificado es la noción del hombre en cuanto persona, imagen del Ser subsistente, que no es en modo alguno absoluta soledad, sino absoluta y misteriosa comunión. Esa misma verdad del hombre como imagen personal del Dios trinitario está siempre cumpliendo la función de fundamento doctrinal último en las Encíclicas. El marco teológico de dichos textos está modelado por los enunciados y, más aún, por la teología implícita de dos pasajes conciliares repetidamente aludidos en ellas: Gaudium et spes, n. 22 y Gaudium et spes, n. 24.

Palabras clave

Juan Pablo II, Antropocentrismo- cristocentrismo, Encíclicas

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Sección
Estudios
Biografía del autor/a

Antonio Aranda, Universidad de Navarra.

Pamplona