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Resumen

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Se trata de un artículo de tipo histórico, en el cual el Autor quiere reconstruir las figuras y las obras de los más destacados representantes del neotomismo europeo. En un primer apartado Livi reconstruye brevemente la historia del neotomismo anterior a la Encíclica de León XIII. Se citan los nombres de Goudin y de Roselli, pero sobre todo se señala la actividad de V. Buzzetti y del Colegio Alberoni, fundado por los padres paúles en Placencia (Italia). Del Colegio Alberoni salieron las figuras más importantes para el nuevo nacimiento del tomismo: los hermanos Sordi, jesuitas, que a su vez influyeron en Taparelli-D'Azeglio y Liberatore. Otros centros destacados en Italia fueron: Nápoles, donde actuó el canónigo G. Sanseverino; Roma, donde, en el Colegio de Sto. Tomás junto a la Iglesia de Sta. María "sopra Minerva", destaca el Card. Zigliara, y Perugia, donde otros dos hermanos, Joaquin Pecci, el futuro León XIII, " José Pecci dieron gran impulso al estudio de Sto. Tomás.

Pero no sólo Italia participó en este movimiento: cabe señalar que en España siempre se mantuvo fidelidad al estudio teológico del Doctor Común, que en Francia destaca Joaquín Ventura y que Alemania cuenta con dos figuras como J. Kleutgen y A. Stöckl.

El Pontificado de León XIII, sobre todo por medio de la Aeterni Patris pero también mediante otras numerosas medidas disciplinares y doctrinales, destaca como el momento en el cual el movimiento neotomista alcanza su definitivo reconocimiento. Queda claro, de todos modos, que León XIII al señalar a Santo Tomás como maestro de la Teología católica, no quiso separarlo de la tradición secular de las escuelas católicas. A partir de León XIII se puede distinguir entre un "neotomismo" y una "neoescolástica", en el sentido de una mayor o menor fidelidad al pensamiento personal de Santo Tomás. Esta distinción, observa el autor, aunque aceptable desde el punto de vista histórico, es peligrosa: frecuentemente en efecto se entiende por "neotomismo" una postura filosófica cerrada a las aportaciones de la filosofía moderna, mientras que por "neoescolástica" se entiende una disposición cultural más abierta y positiva. En realidad, concluye Livi, los pensadores neotomistas no quisieron nunca ser "reaccionarios", sino todo lo contrario: su deseo fue siempre el de vivir el sentido profundo de la philosophia perennis. En palabras del autor: "el tomismo auténtico lleva a un juicio que rechaza de modo ponderado y sereno los principios inmanentistas propios de la filosofía pos-cartesiana y vuelve a proponer para nuestro tiempo los valores teoréticos de la trascendencia". Los modernos ensayos de "concordismo" no son, por tanto, ni "tomistas" ni "escolásticos".

La tercera parte del estudio enumera los centros que se señalaron en el estudio de Santo Tomás o de la filosofía cristiana en general. Entre ellos cabe destacar: Lovaina, con el Cardo Mercier, Noël, de Wulf y Raeymaeker; Milán, con Olgiati, Masnovo y Padovani; Alemania, con Ehrle, Grabmann y Pieper; Francia, con Sertillanges, y Jolivet. Pero el autor quiere señalar como representantes del pensamiento neotomista más auténtico a Fabro, Gilson y Maritain. El elemento característico de estos tres pensadores es, a pesar de su muy distinta proveniencia cultural, la valoración del papel fundamental del actus essendi en la metafísica tomista.

El autor concluye su estudio señalando que la "vuelta a Santo Tomás" no es el producto de un imperativo del Magisterio de la Iglesia, sino una verdadera necesidad intelectual cada vez que se quiere luchar contra las cesiones a las ideologías dominantes y recuperar un pensamiento que permita al entendimiento humano desarrollarse en consonancia con el dogma revelado.

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Sección
I. Estudios históricos