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Resumen

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La cuestión de la filosofía cristiana, planteada por la Aeterni Patris, es abordada por el Prof. Verneaux en diálogo con la célebre objeción de Heidegger en la lección 1.ª de su Introducción a la Metafísica. Para Heidegger fe y filosofía son términos antitéticos, para la fe la filosofía es una locura. La pregunta filosófica originaria (¿por qué se da el ser más bien que la nada?) no tiene sentido auténtico para el creyente, que ya por la fe conoce la respuesta.

Verneaux va a demostrar lo infundado de la objeción en seis respuestas:

1.ª) La incompatibilidad señalada por Heidegger no proviene de que su filosofía sea fenomenológica, sino de su óptica particular que relega la fe y toda vida religiosa a una zona irracional, más allá del pensamiento humano.

2.ª) La interpretación heideggeriana de la filosofía como locura para un creyente no se apoya en realidad en S. Pablo, sino en Lutero, y hace de Heidegger un émulo de K. Barth. Implícito en ese planteamiento es el sentido trágico de la fe y no la fe como un conocimiento que plenifica.

3.ª) La incompatibilidad entre fe y filosofía proviene en Heidegger, por otra parte, del objeto señalado a la filosofía: la cuestión de por qué el ser y no la nada. La fórmula procede de Leibnitz y en Heidegger se autoreduce voluntariamente al ámbito de lo finito. Un filósofo cristiano, en cuanto filósofo, puede y debe rechazar este planteamiento sin descalificarse como filósofo.

4.ª) Para Heidegger, filosofar es cuestionar, de ahí el abismo entre fe y filosofía. En realidad el abismo sólo existe en la identificación heideggeriana del filosofar con el cuestionar permanente sin respuesta. El pensamiento de Heidegger lleva un componente de escepticismo que sí es incompatible con la fe.

5.ª) Verneaux, depués de señalar los equívocos en el concepto heideggeriano de filosofía, pasa ahora a examinar la visión que Heidegger tiene de la fe. Si la fe es "el mundo en cuanto se tiene de él una experiencia cristiana", la incompatibilidad fe-filosofía se justifica. Pero eso no es la fe. Reducir la fe a una experiencia del mundo es sencillamente negarla. La fe, sin duda, fundamenta esa experiencia, pero no se identifica con ella. Un filósofo cristiano debe rechazar una filosofía que no puede concebir la fe sino como experiencia mundana.

6.ª) Finalmente, Verneaux cree poder descalificar la última parte de la objeción de Heidegger: el creyente "ya sabe" la respuesta. Cierto que cuando Tomás de Aquino se plantea la cuestión utrum Deus sit conoce por la fe la respuesta afirmativa. Pero eso no resta autenticidad filosófica a la cuestión y a la búsqueda racional que ella supone. La fe cristiana tiene confianza en la capacidad filosófica de la razón del hombre.

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Sección
II. Estudios especulativos