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Resumen

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Tanto la abortada Constitución Europea como el Tratado de Lisboa evitaron toda mención del cristianismo; en los documentos ordinarios de la Unión Europea se evita también cualquier alusión directa al cristianismo o las Iglesias. El artículo reflexiona sobre las causas de esta aversión. La Constitución Europea no se limitó a trasladar a la escala supranacional lo que ya era un hecho consumado a escala nacional, pues numerosas Constituciones de países europeos nombran a Dios o al cristianismo, o incluso instituyen una religión oficial. La causa de la «cristofobia» de la nueva eurocracia parece residir en una negación de las propias raíces culturales: Europa quiere basar su identidad sólo en valores universal-abstractos como la libertad, los derechos humanos, etc. Sin embargo, los valores liberal-democráticos surgieron precisamente en Occidente… porque son valores cristianos secularizados.

Palabras clave

Constitución Europea, Unión Europea, identidad europea, autonegación civilizacional

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Sección
Estudios