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Resumen

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Entre los años 1800 y 1801 David pinta el lienzo Napoleón atravesando los Alpes por el San Bernardo, representando al general Bonaparte montado a caballo rememorando las gestas de Aníbal y Carlomagno. Esta iconografía no es novedosa: los retratos ecuestres de generales, príncipes, reyes y emperadores se remontan al Renacimiento italiano, y se inspiran en las esculturas públicas alzadas en la Roma imperial, especialmente en la del emperador Marco Aurelio. Durante los siglos del absolutismo tendrán singular éxito los retratos regios sobre caballos en posición de corveta, dotados de un preciso significado simbólico en los libros de emblemática. El lienzo de David supone una revisión de esta iconografía, a la que se añade ahora la dimensión heroica del modelo. Ya en el siglo XIX y XX el retrato ecuestre pervivirá, desde perspectivas nacionalistas y románticas primero, y a través de las dictaduras fascistas y el cine histórico después. El retrato ecuestre ha sido por lo tanto durante siglos una efectiva imagen del poder, sobre todo del poder militar.

Palabras clave

Arte, poder, imperio, retrato, héroe, caballo

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Sección
Artículos: Simbología e imagen del poder